Charlotte Sapene, a Venezuelan artist, explores the feminine experience through her paintings, focusing on everyday life and the pursuit of belonging. Her work often depicts simple spaces, such as rooms, reflecting the journey of an immigrant who has severed emotional ties. These transient settings evoke a fleeting sense of belonging, while the faces she portrays exude nostalgia and vulnerability. Charlotte employs various mediums, including paper, notebooks, watercolors, crayons, and oils, for their versatility and portability, enabling her to create anywhere.
Additionally, Charlotte delves into the theme of self-acceptance through the portrayal of imperfect faces, which often reflect her own image. Her depictions challenge societal beauty standards, highlighting the insensitivity of societies towards the natural passage of time and the marks it leaves on the face. Charlotte's art is deeply intertwined with her personal emotions, relationships, and experiences, imbuing her work with profound depth and authenticity.
Charlotte's artistic journey began eight years ago following the death of her father. Using drawing as a means of coping, she challenged herself to create a face each day, eventually leading to a scholarship at the New York Academy of Art. There, she fully embraced painting and drawing as her life's calling.
Charlotte Sapene, una artista venezolana, explora la experiencia femenina a través de sus pinturas, centrándose en la vida cotidiana y la búsqueda de pertenencia. Su obra refleja la transitoriedad de espacios simples como habitaciones, evocando un sentido fugaz de pertenencia. Emplea diversos medios como papel, cuadernos, acuarelas, crayones y óleos para crear en cualquier lugar.
Además, Charlotte Profundiza en la autoaceptación a través del retrato de rostros imperfectos, desafiando los estándares de belleza impuestos por la sociedad, resaltando la insensibilidad de esta hacia el paso natural del tiempo y las marcas que deja en el rostro. El arte de Charlotte está conectado con sus emociones personales y experiencias, impregnando su trabajo de autenticidad.
El viaje artístico de Charlotte surgió hace ocho años después de la muerte de su padre. Como medio para superar su pérdida, comenzó a dibujar rostros, desafiándose a sí misma a crear uno cada día. Esta práctica se convirtió en una obsesión y eventualmente la llevó a obtener una beca para estudiar en la Academia de Arte de Nueva York, donde decidió dedicarse por completo a la pintura y al dibujo como su forma de vida.